Leemos en la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios todo lo referente a la colecta que hace en las Iglesias fundadas por él, para ayudar a la Iglesia madre de Jerusalén en su pobreza. Destaco las siguientes palabras, que hoy quiero dirigiros para orar por vosotros: “Cada uno dé como le dicte su corazón: no a disgusto ni a la fuerza, pues Dios ama al que da con alegría.  Y Dios tiene poder para colmaros de toda clase de dones, de modo que, teniendo lo suficiente siempre y en todo, os sobre para toda clase de obras buenas” (2Cor 9, 7-8)

Nos encontramos, pues, con una de las acciones eclesiales más antiguas en la Iglesia: la colecta. Vosotros, los fieles de la Parroquia de San Pío X, con vuestra generosidad, seguís cumpliendo esta función litúrgica y caritativa, al mismo tiempo. Esto nos recuerda que lo que celebramos en la liturgia, estamos llamados a vivirlo cada día.

Por eso, aprovecho esta oportunidad para agradecerte tu colaboración económica a través de tus donativos, con los que podemos seguir evangelizando, haciendo pastora, caridad y, como bien sabes, pagando la restauración de nuestro templo.

De ahí que, como San Pablo, ruegue a Dios por ti y por todos los bienhechores de la parroquia: que os siga colmando de dones para que, teniendo lo suficiente, os sobre y así sigáis empeñándoos en toda clase de obras buenas.